1988. La esencia de esas calles de un período verdaderamente onírico, bajo aquella luz mercurial en la que se podían ver los hologramas de muchos tiempos por venir. Y esto, no es una expresión que intenta ser poetica (hasta donde sé, me desagradan tales intentos).
Los adolescentes con las camperas de cuero y de jean, cargando guitarras, fumando un cigarrillo recostados en el garage de la esquina, sintiendo el vértigo con el que se anuncian las eras. Allá al fondo, un haz de luces multicolores ondulea desde atrás de un banco de niebla.
Podría leerse en un periódico o en un magazine de rock: uno de los albumes más importantes del rock alternativo.

Más importante para mí: es un album muy especial, mucho.

The Sprawl (2007)